Aguacate procesado: la llave que abre mercados sin fronteras fitosanitarias
El aguacate se ha convertido en uno de los productos estrella del comercio agrícola mundial. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), su producción global superó los 8 millones de toneladas en 2020, con un crecimiento anual cercano al 8 % en la última década. Sin embargo, el comercio internacional de frutas frescas —incluido el aguacate— enfrenta estrictas barreras fitosanitarias que limitan el acceso a ciertos mercados.
En este escenario, el aguacate procesado se presenta como una solución estratégica para superar estas restricciones, ampliar la presencia global y asegurar la disponibilidad del producto durante todo el año.
En la comercialización internacional de frutas frescas, cada país establece protocolos fitosanitarios para prevenir la entrada de plagas. Esto implica que los países exportadores deben cumplir normas, someterse a inspecciones y, en muchos casos, pasar por largos periodos de monitoreo para obtener autorizaciones.
Como explicó la empresa internacional Avocomex, “no todos los países pueden comercializar todas las frutas a todos los destinos. La autorización depende de estudios y controles que garanticen que el producto no introduzca plagas al país de destino”.
El marco regulatorio se apoya en organismos como la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF) de la FAO y el Acuerdo MSF de la OMC, que permiten restricciones cuando hay un riesgo comprobado, incluso de forma preventiva.
La gran ventaja del aguacate procesado es que escapa a muchas de estas exigencias. Al someter la fruta a procesos industriales —como alta presión (HPP), tratamientos térmicos, refrigeración profunda o congelado— se elimina la semilla y la cáscara, y se reduce prácticamente a cero la posibilidad de transportar plagas.
Según datos de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), estos tratamientos también reducen patógenos como Listeria monocytogenes y Salmonella, fortaleciendo la inocuidad del producto. Esto significa que, a diferencia del aguacate fresco, el procesado puede ingresar a casi cualquier mercado sin restricciones fitosanitarias.
Además de superar barreras sanitarias, el aguacate procesado ofrece estabilidad de precios y suministro. A diferencia de la fruta fresca —sujeta a estacionalidad, sobreofertas o escasez—, el procesado permite abastecer todo el año gracias a su vida útil prolongada, ya sea en pulpa congelada, refrigerada o en guacamole envasado.
De acuerdo con Avocomex, la calidad interna de un aguacate procesado es la misma que la de un fruto fresco de primera. “La única diferencia es que no cumplió estándares visuales del mercado fresco; cualquier rasguño o cicatriz externa no afecta sus características internas ni su sabor”, explican.
Con respecto a los países que están participando en el mercado de los procesados, México lidera el mercado mundial tanto en fresco como en procesado, seguido por Perú y Colombia. Otros países con presencia son España, Sudáfrica, Guatemala y, en menor escala, Chile. Nuevos actores como Brasil, Marruecos y Kenia están empezando a invertir en plantas procesadoras, atraídos por la proyección de crecimiento y el acceso simplificado a mercados.
Es así como la tendencia global apunta a un mayor procesamiento del aguacate, no solo como estrategia para evadir barreras fitosanitarias, sino también para añadir valor, diversificar mercados y garantizar inocuidad.
La combinación de innovación tecnológica, protocolos de calidad y alianzas público-privadas será clave para que más países productores puedan posicionar sus productos procesados en el exigente mercado internacional.