Manejo sustentable del suelo: el cimiento de una producción sostenible de aguacates en BAIKA Fruits
En un contexto donde la sostenibilidad agrícola se vuelve imperativa para responder a los desafíos del cambio climático y la seguridad alimentaria, el manejo responsable del suelo adquiere un rol protagónico. BAIKA Fruits, empresa comprometida con una agricultura regenerativa, ha desarrollado un enfoque técnico y sustentable para la producción de aguacates, basado en el respeto y comprensión profunda del suelo como un recurso vital.
Juan Antonio Delpero, gerente de Producción en San José Farms —unidad productiva de BAIKA Fruits—, explica que preservar y proteger los suelos parte de nuestra conexión con ellos, recordando que “recuperar un centímetro de suelo puede tardar miles de años”. Esta afirmación cobra especial relevancia en un cultivo como el aguacate, altamente dependiente de condiciones edafológicas específicas.
Durante las últimas dos décadas, se ha discutido intensamente sobre la calidad física de los suelos. Desde una perspectiva agrícola, un suelo de buena calidad física debe ser lo suficientemente fuerte para mantener una estructura adecuada que permita el desarrollo de los cultivos y, al mismo tiempo, lo suficientemente débil como para no restringir el crecimiento radicular ni la proliferación de flora y fauna. Este equilibrio también debe permitir una adecuada transmisión y almacenamiento de fluidos, garantizando proporciones correctas de agua, aire y elementos solubles. Esta armonía en las fases líquida y gaseosa del suelo es clave para maximizar el rendimiento de los cultivos y minimizar la degradación ambiental.
Delpero subraya que, aunque muchos factores climáticos escapan al control del productor, la mayoría de los factores del suelo y del manejo agronómico sí pueden ser gestionados. El verdadero desafío está en identificar los factores limitantes del rendimiento y minimizar la influencia de aquellos que sí se pueden intervenir. En un país como Chile, donde el crecimiento de la industria del aguacate ha sido vertiginoso, el objetivo de tener huertos altamente productivos debe enfrentarse a las limitaciones físicas de los suelos, particularmente en lo que respecta a su aireación.
La concentración de aire en el suelo es esencial para la productividad del aguacate, ya que se relaciona directamente con el oxígeno disponible para la respiración de las raíces. La falta de oxígeno provoca trastornos fisiológicos y desequilibrios hormonales en la planta, traduciéndose en una pérdida de productividad. En los campos de BAIKA, principalmente establecidos sobre suelos de textura franca, esta caída en la producción comienza a observarse, en promedio, a partir del séptimo año desde la instalación del huerto. En suelos de textura franco limosa o franco arcillosa, los síntomas aparecen incluso antes, alrededor del quinto año. Este fenómeno puede deberse a múltiples causas simultáneas, como la compactación del suelo derivada de errores en la preparación del terreno antes de la plantación y/o en cultivo establecido debido a prácticas agronómicas que no incluyan el manejo y conservación del suelo, además de prácticas deficientes de riego, bajo contenido de materia orgánica en el suelo, lluvias y su efecto sobre la compactación y el tránsito continuo de maquinaria agrícola.
Además, estas condiciones desfavorables propician un entorno apto para patógenos del suelo, especialmente hongos de madera y Phytophthora cinnamomi, enfermedades frecuentes en huertos de aguacate en estado de decaimiento. Delpero enfatiza que estas limitaciones físicas afectan especialmente al aguacate porque esta especie evolucionó en suelos Andisoles, formados a partir de cenizas volcánicas. Estos suelos presentan propiedades físicas óptimas para el desarrollo de la planta, como alta macroporosidad (cerca del 46%), abundante materia orgánica y un pH ácido entre 5.0 y 6.0. Por ello, las raíces del aguacate están adaptadas a condiciones de elevada disponibilidad de oxígeno. Cuando los niveles de aireación bajan al 20% o menos, las raíces comienzan a sufrir asfixia, mientras que su desarrollo óptimo se da con niveles de aire en el suelo cercanos al 30%, una exigencia mucho mayor que la de otras especies frutales que requieren apenas un 15% de macroporosidad.
La compactación del suelo depende de variables como la textura, estructura y contenido de humedad. Los suelos más secos ofrecen mayor resistencia mecánica a la penetración, y los de textura fina, aunque poseen mayor porosidad total, predominan en microporos que dificultan la aireación. A esto se suman los problemas derivados de un mal manejo del riego, como los excesos de humedad, que no solo provocan asfixia radicular, sino que también alteran la concentración de gases como CO₂, O₂ y etileno en el suelo, afectando directamente la fisiología radicular.
La experiencia de BAIKA ha demostrado que es posible revertir estas limitaciones mediante un enfoque integral que combine productividad y conservación del recurso suelo. Parte de esta estrategia incluye la implementación de subsolados post-plantación, una práctica orientada a romper capas compactadas en huertos ya establecidos, mejorar la distribución del tamaño de poros, incrementar la macroporosidad, facilitar la difusión de gases y optimizar la capacidad de infiltración del suelo. Paralelamente, se han desarrollado programas de riego que mantienen el equilibrio entre agua y oxígeno, apoyados en estrategias de monitoreo y control de humedad, con especial atención a la calibración y mantenimiento de los sistemas de riego por goteo.
Otra línea de acción es la incorporación de enmiendas orgánicas como compost y ácidos húmicos, además de la práctica del mulching con chips de madera, técnicas que han mostrado efectos positivos en la estructura física del suelo y su capacidad para sostener una microbiología activa. Estas estrategias, afirma Delpero, están al alcance de todos los agricultores y su implementación parte por conocer a fondo las condiciones edafoclimáticas requeridas por el aguacate, tomando en cuenta su origen y evolución adaptativa.
El enfoque de BAIKA Fruits representa una agricultura que busca integrar la productividad con la conservación, donde el suelo no es solo un medio de producción, sino un patrimonio vivo que se protege, se comprende y se valora. Así, la sostenibilidad deja de ser una aspiración y se convierte en una práctica concreta, basada en la ciencia agronómica, el conocimiento del entorno y el compromiso con las futuras generaciones.