Con el dominio peruano consolidado en el mercado europeo del aguacate, productores de Kenia y Sudáfrica evalúan estrategias para mantener márgenes de ganancia, evitar la sobreoferta y asegurar la sostenibilidad del negocio. Mientras Sudáfrica opta por una entrada controlada, Kenia diversifica y busca oportunidades en Asia.
El auge del aguacate africano ha sido una de las historias de éxito agrícola más notables de los últimos años. Sin embargo, el crecimiento exponencial de las exportaciones peruanas hacia Europa ha alterado el equilibrio comercial. Países como Kenia y Sudáfrica, tradicionalmente abastecedores relevantes del viejo continente, enfrentan ahora una presión creciente: el ingreso de grandes volúmenes de palta peruana entre mayo y julio provoca una caída considerable de precios, forzando a los exportadores africanos a replantear sus estrategias.
Mientras unos apuestan por mantenerse en Europa, otros exploran nuevos destinos en Asia. ¿Hasta qué punto están dispuestos los productores africanos a competir en un mercado saturado? ¿O será mejor diversificar?
Sudáfrica: anticipación, calidad y persistencia europea
Para Sudáfrica, la estrategia es clara: mantener su presencia en Europa sin chocar frontalmente con la temporada fuerte de Perú. Según Derek Donkin, director ejecutivo de la Asociación Sudafricana de Productores de Palta (SAAGA), este año se estima que el país exportará unas 92.000 toneladas, principalmente a Europa, con pequeños volúmenes dirigidos a China, India y Japón.
“El enfoque fue entrar al mercado europeo antes de la llegada de grandes volúmenes desde Perú”, explica Donkin. De hecho, alrededor del 50% del volumen proyectado ya ha sido despachado. El resto se distribuirá de forma controlada hasta mediados de noviembre, evitando la saturación del mercado.
La industria sudafricana ha aprendido a adaptarse: las proyecciones de exportación se ajustan regularmente en función del comportamiento de los otros orígenes. A largo plazo, Sudáfrica apuesta por tres pilares: garantizar calidad superior, aumentar la demanda en mercados existentes y acceder a nuevos destinos.
En el plano logístico, las condiciones también han mejorado en comparación con el año anterior. “Hemos visto una mejora significativa en las operaciones portuarias sudafricanas respecto a 2024”, señala Donkin, aunque advierte que la congestión en los puertos europeos aún persiste y podría continuar al menos durante otro mes.
Paralelamente, el país invierte en promoción genérica del producto: sus productores contribuyen a campañas de la World Avocado Organisation en Europa y financian acciones locales para fortalecer el mercado interno, donde se consume el 45% de la producción total. Esta diversificación entre consumo local y exportación brinda un amortiguador ante escenarios internacionales adversos.

Kenia: ventanas altitudinales, expansión hacia Asia y visión a largo plazo
La situación en Kenia es más compleja y geográficamente diversa. Según Grace Ngungi, CEO de Karakuta Fresh Produce, las decisiones comerciales están íntimamente ligadas a la altitud de las zonas de cultivo. En áreas de baja altitud (1500 a 1800 m s. n. m.), los árboles florecen dos veces al año, con una cosecha temprana en marzo y otra tardía en octubre.
Estas ventanas permiten a los productores evitar el choque directo con la palta peruana. “Maximizamos la cosecha temprana, salimos del mercado cuando Perú entra a Europa y volvemos con la cosecha tardía en septiembre/octubre”, detalla Ngungi.
Pero no todos los productores tienen esa ventaja. En zonas de altitud más elevada (más de 1800 m), los frutos maduran entre mayo y julio, coincidiendo exactamente con la temporada peruana. “Durante este periodo, los precios pueden caer entre un 25% y 30%”, advierte la empresaria.
Ante este escenario, muchos exportadores kenianos optan por redirigir sus envíos hacia India, Malasia y China, donde los niveles de consumo aún son bajos pero muestran una tasa de crecimiento del 50% anual compuesto, según un cliente indio. Si bien estos destinos son sensibles al precio, ofrecen una ventaja logística clara: “tienen un viaje de solo 10 días, lo que acorta el ciclo de transacción y mejora la rotación de caja”.
Sin embargo, Ngungi es clara en que estos mercados aún están en su infancia y no pueden absorber el mismo volumen que Europa. En 2024, la diferencia entre lo enviado a la UE y al Lejano Oriente fue significativa (cifras que serán confirmadas próximamente). Esta realidad, sumada a los precios más bajos del este, lleva a prever una reducción de la rentabilidad bruta a corto plazo, pese a los esfuerzos de diversificación.
Asimismo, los retos logísticos también están presentes en Kenia, donde los retrasos afectan directamente la calidad del producto y la salud financiera de los exportadores. “Una ruta que antes tomaba 40 días hasta Róterdam ahora tarda 50”, indica Ngungi. Esto ha obligado a los productores a desarrollar resiliencia y métodos de control de calidad más estrictos, como pruebas de materia seca que permitan identificar frutas capaces de resistir los viajes más largos.
La visión a largo plazo incluye inversiones en nuevas plantaciones a diferentes altitudes para cubrir más ventanas de mercado, adopción de tecnologías de congelado rápido (IQF) para extender la vida útil del producto, y una apuesta por la diferenciación de marca y el valor agregado.
Mientras Sudáfrica continúa su apuesta por Europa con una entrada planificada y promocionada, Kenia se mueve de forma más dinámica, combinando estrategia geográfica, diversificación de destinos y adaptación varietal. En ambos casos, el objetivo es el mismo: no depender de un solo mercado y minimizar el impacto de los picos de oferta internacionales.
“La decisión no es solo si exportar o no a Europa, sino cuándo y cómo hacerlo”, sintetiza Ngungi. Donkin, por su parte, insiste en que el futuro del aguacate africano pasa por la calidad, la planificación y el acceso inteligente a mercados globales.