Economía circular en el aguacate: cuando el hueso y la cáscara se convierten en valor
Nuevas investigaciones demuestran que el hueso y la cáscara del aguacate pueden convertirse en energía, biomateriales y compuestos de alto valor. Universidades de México, España y Chile están liderando proyectos que transforman estos residuos en bioetanol, pellets y bioadsorbentes, abriendo oportunidades económicas y reduciendo el impacto ambiental de la industria.
La creciente demanda mundial de aguacate ha impulsado no solo la expansión agrícola, sino también un aumento considerable de residuos derivados de su procesamiento industrial. Entre cáscara, piel y semilla, hasta un 17% del peso total de cada fruta termina como desecho. Sin embargo, en los últimos años, instituciones científicas, universidades y centros tecnológicos han demostrado que estos subproductos pueden transformarse en energía, biomateriales y bioproductos de alto valor agregado. La economía circular comienza así a abrir un nuevo capítulo para la industria del aguacate.
El Instituto de Investigaciones en Materiales de la Universidad Nacional Autónoma de México ha señalado que una parte sustancial de los residuos generados en la elaboración de aceite y derivados podría tener un destino más valioso que el vertedero. En su revista Materiales Avanzados, la institución presentó investigaciones en las que la piel y la semilla del aguacate fueron convertidas en bioadsorbentes capaces de eliminar hasta un 95% de colorantes sintéticos presentes en aguas residuales, ofreciendo una alternativa biodegradable y de bajo costo energético frente a los materiales sintéticos convencionales.
En Europa, los avances en biorrefinería también son significativos. La plataforma especializada Gestores de Residuos recogió el trabajo de un equipo científico que logró transformar la semilla del aguacate en bioetanol mediante pretratamientos con microondas y ácido diluido. El estudio informó que cerca del 90% de los glucanos del hueso se convirtieron en glucosa y, posteriormente, en bioetanol en menos de 12 horas. Además, el residuo sólido remanente, rico en lignina, conserva propiedades adecuadas para su uso como combustible sólido.
El potencial energético del hueso de aguacate ha sido reafirmado por investigadores de la Universidad de Córdoba y la Universidad de Almería. Según explicó la Agencia SINC —el servicio oficial de divulgación científica del gobierno español—, ambos centros demostraron que el hueso posee un poder calorífico superior a los 19 MJ/kg, comparable a biocombustibles sólidos ya utilizados en calefacción doméstica e industrial. Este hallazgo abre la posibilidad de emplear los residuos de aguacate como biomasa estable y renovable.
En Chile, la valorización energética de la palta también ha comenzado a materializarse, impulsada directamente por la academia. El proyecto BioHASS de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, desarrollado por los estudiantes Tomás Cancino y Mario Yakasovic con el apoyo del Programa IMPULSA de la Dirección de Innovación de la PUCV, ha logrado transformar residuos de palta —principalmente el hueso— en pellets combustibles. El equipo ha documentado que estos pellets no solo reducen significativamente el volumen de desechos agroindustriales, sino que presentan características energéticas comparables a biomasas tradicionales utilizadas en calefacción. La iniciativa, respaldada por la universidad, apunta a convertirse en un caso pionero de cómo la investigación aplicada puede generar soluciones circulares para una industria exportadora.
Más allá de la energía, los residuos del aguacate también muestran potencial en la generación de bioproductos. Investigaciones difundidas en plataformas académicas como ResearchGate y SciELO han identificado la presencia de compuestos bioactivos en la semilla y la cáscara —antioxidantes, polifenoles, almidón, fibra— con aplicaciones en alimentos funcionales, cosmética y farmacéutica. En Chile, estudios publicados en la literatura científica destacaron el desarrollo de técnicas de encapsulación para estabilizar antioxidantes extraídos de estos residuos, lo que permitiría su uso como ingredientes naturales de alto valor añadido.
El impacto ambiental de esta transformación es significativo. Documentos almacenados en el repositorio académico de la Universidad de Chile subrayan que los residuos orgánicos depositados en rellenos sanitarios generan emisiones relevantes de gases de efecto invernadero. La valorización de estos desechos, en cambio, permite reducir la presión sobre los sistemas de disposición final y sustituir insumos derivados de fuentes no renovables —como plásticos o combustibles fósiles— por materiales y energías provenientes de biomasa residual.
Aun así, los especialistas advierten que el camino hacia la industrialización no está exento de desafíos. Investigadores citados por Gestores de Residuos coinciden en que la variabilidad química de la semilla y la piel del aguacate exige procesos de estandarización rigurosos para garantizar resultados consistentes. A ello se suma la necesidad de inversiones en infraestructura que permitan escalar la producción de bioetanol, pellets, biomateriales o extractos bioactivos, un obstáculo que afecta especialmente a pequeños productores y plantas procesadoras.
Para avanzar, las universidades y centros tecnológicos recomiendan consolidar alianzas con empresas agrícolas, organismos públicos y fondos de innovación que permitan convertir los prototipos y pilotos en soluciones de mercado. Para los países productores de aguacate —desde México hasta Perú, Colombia, Chile y España—, la valorización de residuos puede abrir una vía concreta hacia una bioeconomía circular, capaz de aumentar la eficiencia de la cadena productiva y reducir su huella ambiental.
La transformación del hueso y la cáscara del aguacate ya dejó de ser un experimento aislado. Los avances científicos de instituciones como la UNAM, la Universidad de Córdoba, la Universidad de Almería y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso muestran que los residuos de esta fruta pueden convertirse en energía, materiales y compuestos de alto valor. El desafío ahora es escalar estas innovaciones para que el aguacate del siglo XXI no solo sea un producto rentable, sino también un motor de sostenibilidad e innovación.