El proceso colectivo que construyó la base del Hass en Ecuador: visión y legado de Marcelo Reinoso

El proceso colectivo que construyó la base del Hass en Ecuador: visión y legado de Marcelo Reinoso

Ingeniero agrónomo,uno de los pioneros del aguacate Hass en Ecuador y articulador clave entre productores, gremios y Estado, Marcelo Reinoso ha dedicado más de cuarenta años a construir una industria que hoy busca consolidarse en el mapa mundial. Su liderazgo técnico, social y gremial ha marcado el rumbo del cultivo en el país, impulsado por una convicción central: la calidad ecuatoriana puede competir con los grandes productores globales.

Durante más de cuatro décadas, Marcelo Reinoso ha sido una de las voces más constantes y decisivas en la fruticultura ecuatoriana. Ingeniero agrónomo especializado en frutales, su trayectoria comenzó en los años ochenta, cuando el país todavía concentraba su agricultura en productos tradicionales como banano, café y cacao. Desde PROEXAN —el proyecto de Promociones Agrícolas No Tradicionales— Reinoso trabajó en la diversificación productiva y en la introducción de nuevas especies. Sin saberlo, empezaba un camino que lo convertiría en pionero del cultivo del aguacate Hass en Ecuador.

“Mi historia con el aguacate comienza entre 1984 y 1985”, recuerda. En esa época, su trabajo se centraba en frutales de hoja caduca en la zona norte del país. Paralelamente, se desarrollaba el aguacate Fuerte, la variedad tradicional en el consumo local, con plantaciones comerciales que en algunos casos superan los cincuenta años y que forman parte de la historia agrícola ecuatoriana. Pero el Hass aún no existía en la agenda nacional.

Todo cambió cuando el economista Mauricio Dávalos introdujo por primera vez la variedad Hass en Ecuador. Ese gesto fundacional sería la semilla de un proceso que tardaría décadas en consolidarse.

Reinoso formó parte de ese impulso inicial, junto a figuras tempranas como Robert A. Flick, fundador de AsoAguacate y primer presidente de CorpoAguacate. Más tarde, Reinoso se convirtió en cofundador de CorpoAguacate junto a otros productores y en su segundo presidente, reelecto, liderando una etapa decisiva para el fortalecimiento institucional. “Virtualmente arrancamos con la promoción, la tecnología, el relacionamiento gubernamental y las primeras reuniones técnicas. Fue una larga trayectoria”, cuenta. Bajo esa estructura se difundieron las primeras bases técnicas del cultivo y se inició un diálogo formal con el Estado para posicionar al Hass como una oportunidad estratégica para Ecuador.

Su propio proyecto productivo empezó hace 18 años, cuando adquirió la finca El Paraíso, en Imbabura, donde estableció un modelo de cultivo y un centro de capacitación que hoy es referencia para agricultores de todo el país. “Hemos recibido a cientos de productores que vienen a conocer tecnologías nuevas y a orientarse en el manejo técnico del cultivo”, explica. Ese enfoque —ordenado, técnico y social— ha sido uno de los pilares de su visión.

La consolidación del Hass en Ecuador tomó tiempo. En la actualidad el país tiene unas 3.000 hectáreas de esta variedad, dentro de un total de 8.500 a 9.000 hectáreas de aguacate. No son cifras comparables con las de Perú o Colombia, pero responden a un crecimiento sostenido que comenzó a acelerarse desde 2017, año en el que Ecuador realizó sus primeras exportaciones de Hass hacia Europa, principalmente España.

La articulación gremial también dio un salto con la creación de la Federación de Fruticultores del Norte del Ecuador, que reúne a cerca de veinte asociaciones. Más de la mitad de sus miembros son productores de aguacate. Esa estructura ha sido clave para dialogar con el gobierno y acceder a programas públicos. Uno de los hitos fue la declaratoria del aguacate como cultivo prioritario durante el gobierno de Guillermo Lasso, con una meta de desarrollo de 10.000 hectáreas. El plan no llegó a concretarse por la “muerte cruzada”, pero dejó instaurada una línea de trabajo.

Hoy, Corpo Aguacate y la Federación continúan empujando el sector con una directiva activa y con metas claras: calidad, trazabilidad, certificación y ampliación ordenada de la superficie productiva. El objetivo inmediato es lograr la apertura total del mercado estadounidense. “Este año 2025 esperamos la misión de USDA-APHIS para los pasos finales del protocolo. Lo que nos interesa es generar una industria organizada y una producción de altísima calidad”, afirma.

Técnica, territorio y familia: la visión integral para el crecimiento del mercado

Reinoso insiste en que la ventana de exportación de Ecuador —de noviembre a abril— es una ventaja estratégica. Los valles interandinos, entre 1.200 y 2.600 metros, ofrecen condiciones únicas: temperatura moderada, deltas climáticos marcados y suelos francos. Ese contraste térmico entre el día y la noche, explica, “interviene en la concentración de aceites, en el sabor e incluso en el aroma de la fruta”. El mercado lo ha notado. “La calidad del aguacate ecuatoriano ha llamado la atención. Sí encuentran diferencias significativas con otros países productores”.

A nivel técnico, Ecuador avanza hacia viveros más especializados, sistemas de riego modernos y densidades de siembra que permiten entrar en producción desde el segundo año. Las proyecciones nacionales son ambiciosas: superar las 35.000 hectáreas en la franja interandina y, a largo plazo, alcanzar un potencial de 60.000 hectáreas a escala país.

Pero para Reinoso, el impacto del Hass va más allá de lo agronómico. Su visión es profundamente social. “El aguacate genera estabilidad familiar y evita la migración de los jóvenes”, sostiene. La federación ha acompañado a comunidades completas, como Intag y Tumbaviro, en su transición hacia un cultivo tecnificado. Hoy muchas de esas familias ya exportan de manera directa. “Nuestro objetivo es que el productor crezca con tecnología de la mano, con soporte técnico, con capacitación”.

Ese trabajo también ha despertado interés internacional. Empresas como Westfalia y Agricom han visitado Ecuador para evaluar la calidad del Hass producido en la serranía y explorar inversiones. El país ofrece condiciones agroecológicas singulares y un calendario compatible para la cadena global. Esa atención fortalece una meta mayor: construir un sello de calidad país. “Queremos definir una identidad de calidad Ecuador en el mercado internacional”, afirma.

Sin embargo, los desafíos continúan: mejorar el acceso al crédito, reducir tasas de interés superiores al 16 %, avanzar en protocolos sanitarios y apoyar al pequeño productor. Pero Reinoso mantiene intacta su convicción. “Estoy apasionado por este cultivo. Existe una gran oportunidad para los productores ecuatorianos”, dice.

Después de tantos años, su impulso no ha disminuido. Se ha transformado en una causa que combina técnica, territorio, familias y futuro. “Seguiremos trabajando de la mano con Corpo Aguacate, la Federación y las asociaciones. Esto recién empieza”, concluye.